Todo parece ir bien con la vida de Alice, hasta que, de un momento a otro, se ve enfrentada a cuatro deterioradas paredes que la observan día y noche. Hora tras hora. Segundo a segundo.
El caprichoso destino se interpone en su camino con ojos azules y con demonios, que, en ocasiones, no puede ocultar.
Pero ¿qué sucedería si la persona que debe vigilarte también se encuentra obligada a estar allí?