Deborah Levy empieza a escribir este libro cuando, con cincuenta años, se ve forzada a reinventarse: su matrimonio ha terminado, sus ingresos escasean, su madre se está muriendo y sus hijas empiezan a abandonar el nido. En un momento en que la vida tendría que volverse plácida e imperturbable, Levy decide abrazar el caos y la inestabilidad a cambio de recuperar, oculto bajo capas y capas de resignación, un nombre propio.
A través de un diálogo con intelectuales como Marguerite Duras o Simone de Beauvoir, y mediante recuerdos que evoca con elocuencia, sensibilidad y un delicioso sentido del humor, Levy se pregunta cuál es ese papel ficticio escrito por hombres e interpretado por mujeres al que llamamos «feminidad». Cualquiera que haya luchado por ser libre y por construir una vida propia sabe que es precisamente eso: una lucha constante en la que se paga un coste por vivir.