El enfoque sensible y multidisciplinario de Daniel López Rosetti nos devuelve a las grandes preguntas existenciales. En la era de Google, parece que cualquier duda puede ser respondida a golpe de clic y que el interés por esos interrogantes ha menguado. López Rosetti nos vuelve a despertar el apetito intelectual con un tratado lleno de respuestas didácticas y asombrosas, que coloca a Darwin y su psicología emocional de la evolución como una suerte de padre de Sigmund Freud, y que echa mano de Osiris, Séneca y Shakespeare para dilucidar la intimidad del teatro humano. Por ese camino, descifra la sonrisa más enigmática de la historia de la pintura y explica cómo la demencia influyó positivamente sobre Ravel para componer su legendario Bolero.
El autor califica la emoción como algo ancestral y automático, y define el sentimiento como un sistema procesado, con sus múltiples manifestaciones: amor, odio, fe, culpa, vergüenza, envidia y celos. Y pone el dedo en la llaga cuando habla de analfabetismo emocional. Nos han enseñado múltiples materias en el colegio, desde física y aritmética hasta geografía. Pero nadie nos enseñó esa gran asignatura pendiente: la detección y el manejo de las emociones. Nuestra educación sentimental es muy pobre, y es por eso que nos pasamos la vida tratando de conectarnos con nuestros sentimientos más recónditos e intentando, a veces en vano, saber lo que realmente queremos. Y lo que pretenden los demás en relación con nosotros, sus demandas fantasmales.
En lo que respecta al amor romántico y pasional, López Rosetti es particularmente lúcido, y capaz de describir por dentro ese maravilloso y aterrador proceso incierto, sanador, alucinógeno, y a veces tóxico y enajenante. Aprendemos, en estas páginas, que tenemos un cerebro moderno y un corazón antiguo. Que no somos seres racionales, sino seres emocionales que razonan. Y la derivación de todas esas conclusiones esenciales, sólidamente argumentadas, queda rebotando por largo tiempo en nuestra cabeza cuando cerramos este libro. Que es un tesoro exhumado para nosotros por un hombre sabio.
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