El verano de 1945, William Shawn, director ejecutivo de The New Yorker, habló con el reportero John Hersey sobre la idea de publicar un relato que ilustrara la dimensión humana de los efectos de la bomba atómica en Hiroshima, pues le causaba estupor comprobar que, pese a la gran cantidad de información sobre la bomba que recibían, se estaba ignorando lo que realmente había ocurrido en Hiroshima. El reportero aceptó el encargo.
Hershey viajó a Hiroshima para investigar y entrevistar a varios supervivientes de la explosión de la bomba atómica, lanzada el 6 de agosto de 1945, y decidió que el retrato lo conformarían seis testimonios: una oficinista, Toshiko Sasaki; un médico, el Dr. Masakazu Fuji; una viuda a cargo de sus tres hijos pequeños, Hatsuyo Nakamura; un misionero alemán, el padre Wilhem Kleinsorge; un joven cirujano, el Dr. Terufumi Sasaki y un pastor metodista, el reverendo Kiyoshi Tanimoto.
La publicación de Hiroshima trajo consigo una enorme conmoción. El reportaje se publicó en una edición monotemática de The New Yorker el 31 de agosto de 1946. La revista se agotó inmediatamente y de todo el mundo llegó una avalancha de peticiones de reimpresión. Su difusión corrió como la pólvora y en pocos meses la editorial Alfred A. Knopf lo publicó como libro, permitiendo que al año siguiente ya se hubiera traducido y publicado prácticamente en todo el mundo.
En la actualidad Hiroshima lleva vendidos más de un millón de ejemplares y es un referente del periodismo de investigación y un clásico de la literatura de guerra. Es el único artículo, entre los millares de textos escritos sobre la bomba atómica, que describe cómo era la vida para las personas que habían sobrevivido a un ataque nuclear. Y está considerado como «el más famoso artículo de revista jamás publicado.»