Dante siempre dibujó, pero un día empezó a sentir que sus dibujos ya no eran taaaan increíbles como antes. Intentaba una y otra vez y se enojaba si no le salía perfecto.
Una tarde, mientras jugaba en la plaza, encontró un regalo mágico que lo ayudó a volver a confiar. Este cuento invita a los niños a apreciar los procesos más que los resultados.