Buscando dejar atrás todo lenguaje metafísico, Heidegger –un pensador de caminos− se pone a la escucha de otro decir: el poético, el que aún es capaz de nombrar sin acallar el misterio que en ese mismo lenguaje palpita. Hölderlin en primer y señero lugar, Rilke, Goethe, Trakl, Char… serán algunos de los poetas a los que prestó oídos, y también, y no menos, al Maestro Eckhart y desde él a esa otra huella presente en su obra, la del silencio: la mística.
En La palabra inicial, Hugo Mujica transita esos dos temas, el del lenguaje como dispensador de sentido y el de la poesía como el “otro pensar”, ese otro “mostrar”, y nos invita a una experiencia −escalonada en cuatro partes: “Umbral”, “Salto”, “Abismo” y “Celebración”− con y desde el filósofo que “dice el Ser” hasta el poeta que “nombra lo sagrado”, desde el pensar al poetizar; desde el decir al escuchar.
Como se señaló en ocasión de una de sus reediciones, este libro es un ensayo llamado a convertirse en un clásico en nuestro idioma, como lo fueron en su tiempo El arco y la lira de Octavio Paz o Filosofía y poesía de María Zambrano. Afirmación que parece corroborarse con esta, la décima, la que su autor confiesa en el prólogo siente “como la edición final de este viaje del pensar, la edición que cierra un inconsciente work in progress, un sereno andar hacia lo abierto”.