El cuento es el resultado de esa innata propensión del hombre a contar y a escuchar historias, de soñar despierto y contar relatos que no tengan que seguir norma alguna y que se puedan salir de los límites de la tediosa realidad en la que vive. Los primeros cuentos circularon en un principio a través de la forma oral, transmitidos de padres a hijos, de boca en boca, en las plazas públicas o al amor de la lumbre de los hogares, sufriendo las innumerables variantes y acomodaciones que tal forma de transmisión implicaba. Así, el cuento evoluciona poco a poco con el paso de los años, y en su calidad de expresión literaria, como ese ente definido y con entidad propia en que ahora se ha convertido, adquiere su máxima cota y expresión durante los siglos XIX y XX. Autores capaces de crear historias cortas inolvidables han proliferado con éxito en la vieja Europa: Guy de Maupassant, Kafka, Julio Verne, Hoffmann, Dumas, Schwob, L’Isle Adam, Apollinaire, Gautier, los hermanos Grimm, Bloy, Nodier, Bécquer, Unamuno, Mme. de la Fayette, Clarín, Pardo Bazán, Galdós, Skram…
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