Estamos en Estambul, en los últimos años del siglo XVI. Los protagonistas de la novela pertenecen a un taller de miniaturistas a los que el Sultán ha encargado una obra maestra. Algunos predicadores agitan el sentir popular contra el arte figurativo #un tipo de representación mal visto por el Islam#, y el mismo mundo de los artistas se divide entre los que prefieren ceñirse a la tradición de las miniaturas que han heredado de los maestros persas, y los que se dejan asombrar por las nuevas técnicas occidentales que llegan desde Venecia. Se dividen, por decirlo en el idioma de los miniaturistas, entre los que quieren pintar el mundo como Dios lo ve y los que aspiran a representarlo como lo ve el hombre. Las discusiones en el taller sobre el concepto del arte son cada vez más acaloradas, hasta que uno de los miniaturistas (del que se sospechaba que sentía simpatías secretas por los fundamentalistas que condenan todo arte figurativo por ser obra del diablo) es misteriosamente asesinado. Y a continuación, un maestro que abogaba por la mezcla de estilos artísticos y la apertura selectiva a las técnicas occidentales, también aparece asesinado. Un tipo ciertamente marginal recibe el encargo de resolver los crímenes, pero parece invertir la mayor parte de su tiempo y energía mental en su amor desesperado por una bella mujer con dos hijos. Me llamo Rojo es una novela en la que se mezclan los retratos históricos, la investigación detectivesca, una historia de amor y deseo, y el contraste entre dos civilizaciones, en una trama totalmente seductora y una forma y un estilo deudores de los mayores maestros del siglo XIX y XX (Dostoievsky, Dickens, Stendhal, Mann, Calvino).
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