El capitalismo y sus emperadores no nos dejan en paz. No nos persiguen para matarnos, sino para someternos y sacarnos todas nuestras fuerzas en su sofisticada maquinaria. Como las cosas han cambiado y están cada día más difusas y edulcoradas —y nosotros, de mil formas narcotizados—, todo este silencioso proceso se vuelve muy difícil de comprender y analizar en profundidad para detenerlo o, en lo posible, desarmarlo para liberarnos.
He tomado un camino poco habitual de presentación: con más preguntas que respuestas. Mi propósito final es intentar mostrar hacia dónde y en medio de qué parafernalia marcha el capitalismo llevándonos a la fuerza, o con sutiles engaños, ya como un mundo global, en medio de una asombrosa, acelerada y enceguecedora revolución científico-tecnológica