Los muchos miles de lectores deLuis Sepúlveda ya conocen su gran pasión: viajar, deambular por el mundo, observar a sus gentes y escuchar sus historias. PeroSepúlveda tiene también otra pasión, podría decirse que en simbiosis con la anterior, que es la de contar él mismo, a su modo, esas historias oídas y otras que, gracias a su desbordante capacidad de fabulación, enriquecen la realidad convirtiéndola en literatura.
Pues bien, esta vezSepúlveda nos invita a acompañarle, codo con codo, en algunos de sus periplos por las solitarias tierras dePatagonia yTierra del Fuego. Así, conocemos aLadislao Eznaola, vagabundo del mar en busca de un nave fantasma, a su hermanoAgustín, el bardo de Patagonia, aJorge Díaz yLa voz de Patagonia de Radio Ventisquero, la ternura dePanchitoy su delfín, a aviadores enloquecidos que lo transportan todo, desde vino hasta muertos, por encima de la desolada inmensidad del paisaje… El libro se abre y se cierra con dos encuentros extraordinarios del autor conBruce Chatwin y conFrancisco Coloane, escritor chileno que alimentó la imaginación inquieta del niñoSepúlveda.