En la década de los noventa, una niña de once años reside con su familia en la Demo, una lóbrega urbanización de «una cincuentena de chalets grises alineados como lápidas».
En su casa hay cuatro habitaciones: la suya, la de su hermanito Gilles, la de sus progenitores y «la de los cadáveres», ocupada por los trofeos de caza de un padre cuyos imprevisibles ataques de ira han convertido a la madre, a los ojos de la niña, en una «ameba». El único apoyo afectivo de esta muchacha de imaginación desbordante, dotada de un talento innato para las matemáticas y la física, es el pequeño Gilles, de seis años.
Juntos esperan cada día la llegada de la camioneta de los helados mientras juegan entre autos abandonados o visitan a Monica, una excéntrica habitante del vecino bosque de los Colgaditos.
Un día cualquiera, sin embargo, un brutal accidente destruye su mundo y ya nada volverá a ser igual.