«El proceso de comenzar a enseñar está marcado por interrogantes, ensayos y el esfuerzo por comprometer a estudiantes en el aprendizaje propuesto. Este proceso, descrito por seis docentes noveles, cubre sus primeros dos años de ejercicio. Egresaron de distintas universidades y carreras de Educación Básica y Educación Media. Sus primeras asignaciones no correspondieron exactamente a aquello para lo que se formaron ni a los tipos de estudiantes que conocieron durante sus prácticas. David, profesor de Castellano, transitó desde aprender a sobrevivir la indiferencia de sus estudiantes privados de libertad hasta llorar el día en que se graduaron, mientras que Felipe, profesor de Educación Media, debió aprender a trabajar con niños y niñas de Educación Básica que lo saludaban de “tío”. Valeria lidió con el curso conocido irónicamente como los “gloriosos” y que logró ganar para el aprendizaje de las Matemáticas, mientras Carla asumió la responsabilidad de no dejar atrás al niño que no aprendía a leer. Rodrigo, asignado como “asistente” del profesor de primero Básico superó su frustración cuando pudo reemplazar a un colega, mientras que Iván involucró en la física a sus alumnos liceanos durante el proceso de construir un “motor eléctrico”. Para Samuel, la pregunta -“Profesor, ¿usted cree que está bien equivocarse?”- constituyó el comienzo de una nueva relación pedagógica con su curso. Estas narrativas no son inusuales, pero expresan el valor de la reflexión en el ejercicio docente, y a la vez justifican la necesidad.»
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