Un tímido joven del sur transformado en empresario nocturno. Un maestro de la construcción vestido de marino. Un diyéi recién salido del servicio militar que decía tener un secreto para prender la opaca noche santiaguina. De esta mezcla improbable surgió en 1993, en el barrio santiaguino de Estación Central, la discoteca Blondie. Refugio de una contracultura desenfrenada, nutrida por cualquiera que quisiera huir por una noche de una vida perfectamente común, se convirtió en la llama del destape chileno que nunca llegó, adelantando el país más diverso y desenfadado que explotaría décadas después. El reconocido periodista Rodrigo Fluxá, autor de Solos en la noche, Crónica roja y Usted sabe quién, ha estructurado su nueva investigación como una historia oral. Fluxá encadena con maestría decenas de testimonios en primera persona para conformar un relato fluido del que surge un coro de voces que es siempre coherente en su diversidad.
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