He aquí las célebres memorias –salvajes, divertidas, demoníacas, atormentadas, escandalosas y, sobre todo, profundamente conmovedoras– del gran contrabajista y compositor de jazz Charles Mingus. De infectas chabolas a fastuosas mansiones, de las concurridas celdas del psiquiátrico de Bellevue al más absoluto recogimiento de una vida consagrada a la mística y a la soledad contemplativa.
En Menos que un perro, que acabó de escribir ocho años antes de su muerte, Mingus rememora su infancia y adolescencia en Watts, el suburbio negro de Los Ángeles, durante los años veinte y treinta; vivencias marcadas por un padre diestro en el manejo del cinturón, una madrastra maniacopanteísta que no dejaba de citar la Biblia, y también marcada por los estudios de música clásica; su iniciación y aprendizaje no solo en el jazz, sino también en el inframundo callejero de chulos, prostitutas, camellos y matones; y sus años dorados en Nueva York en compañía de figuras legendarias como Duke Ellington, Lionel Hampton, Miles Davis, Charlie Parker y Billie Holiday.