Alfredo tiene un alce: Marcel. Es cierto que Marcel no siempre obedece las reglas para ser una buena mascota, pero cumple las más importantes, hasta el día en que una anciana lo reconoce como suyo: ¡es Rodrigo! Alfredo vuelve a casa, solo y molesto: ¡su mejor amigo lo ha abandonado, se ha ido con su legítima dueña! Pero, ¿realmente los amigos nos pertenecen? Un alce de muchos nombres nos enseña la respuesta en esta divertida historia.
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