Difícil es pensar hoy en día en las carencias logísticas de aquellos días de marzo de 1879, mientras el comandante Eleuterio Ramírez, miraba estupefacto los cadáveres carbonizados dentro de la trinchera enemiga, luego del combate de Topater. También sería impensable no asociar la asistencia médica al combatiente, con modernas instalaciones sanitarias de campaña.
Sin embargo, nos adentraremos en una realidad antagónica, auscultando el entorno médico del Siglo XIX, encarando su relación con el ejército, hasta precipitarnos con el incipiente servicio sanitario chileno al inicio del conflicto, indagando en los rudimentarios procedimientos para la prevención de enfermedades y lesiones, tras un discreto proceso de enrolamiento que repercutió en la problemática sanitaria. Chocaremos con un ambiente de constante pugna con el mando militar tras la apocalíptica realidad de cada batalla y sus resultados, los heridos y las epidemias, hasta la abrumadora ocupación de la breña peruana. Nos revelaremos, ante resultados deficientes en el acoplamiento estratégico de transportes, adquisiciones de material y equipamiento sanitario, además de descoordinaciones en la gestión logística, como secuela de una política de movilización improvisada, con una tropa chilena que no solo enfrentaba al enemigo armado, sino también, a virus, bacterias y climas en extremo adversos.
Así, removiendo las actas oficiales, los partes, las memorias y contra memorias y relatos de protagonistas, concluiremos que la guerra si bien fue exitosa para Chile, dejó entrever atisbos de indiferencia gubernamental y de las altas cúpulas de poder, lo cual se tradujo en la elaboración de leyes poco efectivas, falta de sustento económico al esfuerzo bélico, medidas tardías e improvisadas; disposiciones que, durante las campañas mismas, ocasionaron deterioro en la relación entre el elemento militar y el personal sanitario, trascendiendo aquello en muertes para la tropa. Con todo, es posible encontrar, dentro de la bipolaridad consumada del conflicto, ejemplos que nos muestran facetas delirantes, místicas y conmovedoras que forjaron la personalidad de esos cirujanos en guerra.