La crisis de confianza en los actuales líderes —políticos, empresariales y sociales— se funda, en gran medida, en su incapacidad de responder adecuadamente frente a los problemas globales y las transformaciones colectivas. Es por esta razón que los destacados académicos, Nicolás Majluf y Nureya Abarca, decidieron trabajar en conjunto y replantearse —desde el área de la ingeniería y de la psicología respectivamente— los actuales conceptos sobre liderazgo; ofreciendo una mirada integral y aportando nuevos enfoques.
Así, plantean que el líder efectivo debe relacionarse con su entorno ya sean los subordinados, los clientes y las comunidades que se verán afectadas por el accionar de la organización. Y este vínculo no debe fundarse en el uso del poder, sino más bien en la influencia, entendida como una relación respetuosa.
El líder debe tener dos habilidades fundamentales: «perspicacia» y «sensatez». La primera se refiere a la agudeza para percibir y «leer» lo que ocurre en su entorno. Y la segunda debe estar basada en su actuar prudente y mesurado como forma de ejercer su liderazgo.
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