Jacob cultivó su oficio de poeta en silencio, solo acompañado de sus amigos y lecturas entrañables, mientras públicamente ejercía como abogado en Quilpué. Su primer poemario lo publicó recién a los 54 años, la madurez de estos poemas y sus diálogos con Eliot y Borges lo convirtieron en una leyenda entre sus escasos lectores, entre los que se contaba Juan Luis Martínez. El dominio del lenguaje y su particular tono queda reflejado en estos versos: «Una vez más no ha lugar / En todas las instancias hemos perdido / Todo está ejecutoriado / Todo está prescrito».
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